Aprendiendo a aprender - Reseña crítica - Héctor Ruiz Martín
×

Año nuevo, nuevo tu, nuevos objetivos. 🥂🍾 Empieza 2024 con 70% de descuento en 12min Premium.

QUERO APROBAR 🤙
70% OFF

Operación Rescate de Metas: 70% OFF en 12min Premium

Año nuevo, nuevo tu, nuevos objetivos. 🥂🍾 Empieza 2024 con 70% de descuento en 12min Premium.

1337 lecturas ·  0 calificación promedio ·  0 calificaciones

Aprendiendo a aprender - reseña crítica

Aprendiendo a aprender Reseña crítica Comienza tu prueba gratuita
Desarrollo personal

Este microlibro es un resumen / crítica original basada en el libro: 

Disponible para: Lectura online, lectura en nuestras apps para iPhone/Android y envío por PDF/EPUB/MOBI a Amazon Kindle.

ISBN: 

Editorial: Vergara

Reseña crítica

¿Por qué a unas personas se les dan mejor los estudios que a otras? ¿Qué diferencias entre los estudiantes determinan su habilidad para aprender? ¿Cómo podemos conseguir conocimientos más profundos, duraderos y transferibles a nuevas situaciones?

Estas son preguntas de enorme interés que la neurociencia y las ciencias cognitivas han investigado en las últimas décadas. Sus conclusiones son tan sorprendentes como alentadoras: las estrategias de aprendizaje que empleamos pueden marcar la diferencia en nuestro empeño. Revelar cuáles son esas estrategias según la evidencia científica es precisamente el propósito de este libro. ¿Vamos?

¿Cómo aprende el cerebro?

El constructo al que llamamos “cociente intelectual” (CI) es un importante predictor del éxito académico pero sin embargo, la investigación científica también ha revelado que, por lo que al aprendizaje se refiere, existen factores ambientales que pueden ser tan importantes como los innatos a la hora de predecir el éxito escolar y académico, o incluso más.

Aunque de manera cotidiana utilizamos las expresiones “aprender de memoria” o “memorizar” para referirnos a un aprendizaje carente de comprensión, lo cierto es que todo lo que aprendemos lo aprendemos “con la memoria”.

En efecto, los científicos emplean el término “memoria” en alusión a la facultad de nuestro cerebro para modificarse como consecuencia de todas nuestras experiencias y acciones, y, de este modo, adaptar nuestras respuestas ante situaciones similares que se produzcan en el futuro.

Para aprender debemos conectar lo que aprendemos con nuestros conocimientos previos. Para que el aprendizaje sea más robusto y más fácil de recuperar, tenemos que crear conexiones fuertes y establecer tantas como nos resulte posible, de manera que la nueva información se vincule al máximo número de conceptos y esquemas en nuestra memoria.

La memoria no es una única destreza, sino un conjunto de ellas que depende de procesos y estructuras neuronales dispares. No hay una memoria, sino diversos sistemas de memoria. Los más importantes para el asunto que nos ocupa en este libro son la memoria de trabajo y la memoria a largo plazo.

Memoria de trabajo y memoria a largo plazo

Podemos entender la memoria de trabajo como el “espacio mental” donde situamos aquella información a la que estamos prestando atención en un instante determinado.

No solo nos permite mantener información temporalmente en el plano consciente, sino que además nos permite manipularla.

Para que la información que captamos conscientemente del entorno llegue a la memoria a largo plazo, donde guardamos los recuerdos y los conocimientos, antes debe pasar por la memoria de trabajo.

Cuando evocamos un recuerdo o conocimiento, la información vuelve de la memoria a largo plazo a la memoria de trabajo, donde podemos manipularla. El problema es que la capacidad de la memoria de trabajo es muy limitada.

La memoria a largo plazo es la facultad que nos permite almacenar información o desarrollar nuevas habilidades que podremos recuperar o poner en práctica tiempo después de haberlas aprendido, incluso a lo largo de toda la vida. 

Para que haya aprendizaje es necesario que se establezca una conexión entre algo que ya conocemos y lo que estamos percibiendo. Por lo tanto, cuando aprendemos, los conocimientos que tenemos y que están relacionados con la nueva información pueden actuar como sustrato para fijar los nuevos conocimientos.

Cuando no conseguimos dar sentido a lo que aprendemos, es porque no encontramos en nuestra memoria esquemas de conocimientos previos que parecen estar relacionados con ello. Y si no encontramos a qué vincular lo que estamos tratando de aprender, no podemos aprenderlo.

La concentración

La atención podría definirse como el proceso que nos permite seleccionar la información que entra y se mantiene en la memoria de trabajo. Por eso, cuando decimos que solo podemos prestar atención a una cantidad de información limitada en un momento concreto, en realidad estamos apelando a la limitación de capacidad de la memoria de trabajo, en la cual solo “cabe” una cantidad de información reducida al mismo tiempo.

La atención se mediría como la habilidad para controlar qué ocupa en cada momento el reducido espacio de la memoria de trabajo y qué queda fuera de él. Respecto de esto, resulta crucial apreciar que la atención es un proceso dinámico que va cambiando su foco continuamente, queramos o no.

La atención es clave para el aprendizaje, porque todo lo que aprendemos de manera consciente debe pasar por la memoria de trabajo y permanecer en ella el tiempo preciso como para establecer las asociaciones necesarias con aquello que ya sabemos.

Para optimizar el tiempo dedicado al estudio debemos focalizar nuestros recursos cognitivos en el objeto de aprendizaje y gestionar sus limitaciones. Tienes que eliminar los posibles distractores de tu entorno de estudio. Si es posible, busca un lugar en que no haya movimiento ni ruido. 

No pongas música, pero si crees que te ayuda a concentrarte, usa música relajante y sin letra, aunque es preferible que si hay ruido en tu entorno, uses tapones u orejeras de atenuación del sonido. 

Pon el teléfono móvil en modo avión y procura no tenerlo a la vista. Lo mismo con el ordenador, la tableta, la televisión o cualquier aparato que pueda secuestrar tu atención. 

Pídele a tus familiares o compañeros de piso que no molesten mientras estudias. Establece una rutina horaria para tus sesiones de estudio: divide tus sesiones de estudio en períodos de concentración con descansos. 

Si te resulta de ayuda, usa un temporizador para ceñirte al plan. Usa los descansos para darte alguna recompensa que te permita relajarte o pensar en otras cosas, en especial tareas que no consuman muchos “recursos cognitivos”: escuchar música agradable, comer algo, ducharte, pasear, bailar, jugar con tu mascota, etc. 

Cuando lo que debes aprender es complejo o especialmente amplio, dosifícalo en diversas sesiones de estudio y avanza progresivamente. Antes de empezar, revisa todo lo que debes aprender y establece un plan de trabajo. 

Empieza cada sesión de estudio echando un vistazo a todo lo que tienes pensado estudiar en ella. Lee títulos y conceptos clave para hacerte una idea inicial.

Pensar para aprender

La mejor forma de amarrar a nuestra memoria lo que estamos estudiando es dándole sentido y relacionándolo expresamente con otras cosas que ya sabemos. Explícate a ti mismo lo que estás aprendiendo: a medida que leas, cada pocos párrafos, detente y explicate con tus propias palabras lo que acabas de leer.

Haz resúmenes, esquemas o mapas conceptuales de lo estudiado, como si con ellos trataras de explicar a otra persona cómo se relacionan entre sí los conceptos que has aprendido. 

Crea una batería de preguntas generales que puedas aplicar a cualquier tema que estudies y respóndelas al final de cada lección.

Establece conexiones con lo que aprendas, reflexiona sobre qué implicaciones tiene lo que aprendes en distintos contextos; piensa en ejemplos concretos acerca de lo que estás aprendiendo; te ayudarán después a recordar mejor lo aprendido. 

Busca otras explicaciones del mismo concepto o procedimiento en otros libros o webs, en especial si tienes dificultades para entenderlo. 

Emplear recursos visuales es una buena idea, relaciona lo que aprendes con imágenes mentales. Haz dibujos, a modo de esquema visual, sobre lo que aprendes. 

Para fortalecer el aprendizaje debemos repasar lo aprendido tratando de recuperarlo de nuestra memoria y no solo volviendo a estudiarlo. Cuando repases, no releas; evoca.

Si se trata de hechos, evócalos literalmente; si se trata de conceptos, explícalos con tus propias palabras; si se trata de procedimientos, llévalos a cabo.

En el caso de crear resúmenes, mapas conceptuales o productos parecidos, no los hagas revisando la fuente, sino a partir de lo que recuerdes. No se trata de crear nuevos materiales para estudiar, sino de practicar la evocación. Revisa la fuente solo al terminar.

Elabora tarjetas que por un lado contienen una pregunta y por otro la respuesta, o herramientas similares que te permitan autoevaluarte y tener a mano el feedback para comprobar tu desempeño. 

Si lo que tienes que aprender consiste en un procedimiento (por ejemplo, ejercicios de matemáticas, de física, de sintaxis, etc.), repasa volviendo a hacer las actividades: no te limites a revisar cómo las resolviste con anterioridad. Vuelve a estudiar aquellos aspectos que no hayas conseguido evocar o que hayas confundido con otros.

Enseña a otros: cuando alcances suficiente dominio, ayuda a otros compañeros que tengan dificultades. Fortalecerá tu propio aprendizaje.

Es importante repasar lo estudiado y no concentrar estudio y repaso en una misma sesión, sino espaciarlos en el tiempo. Tampoco resulta oportuno repetir el repaso muchas veces seguidas, sino que es mejor distribuir las repeticiones en distintas ocasiones. 

Organiza el temario que vayas a estudiar y establece un calendario de trabajo. Divide el temario en unidades que impliquen alrededor de media hora de estudio cada una. Prepara un plan de trabajo que te permita estudiar cada unidad y repasarla varias veces en sesiones espaciadas. 

Antes de empezar una jornada de estudio, organiza tu sesión previendo los tiempos que dedicarás al estudio propiamente y al repaso. 

Puedes abordar unidades nuevas al principio de cada jornada de estudio; a continuación, repasar unidades de sesiones anteriores, y, por último, repasar lo que has estudiado al principio de la sesión. 

Aunque lo que tengas que estudiar pueda abordarse en una sola jornada, planifica tu estudio con antelación suficiente como para distribuirlo en sesiones separadas por al menos un día, de manera que puedas dormir entre ellas. 

Duerme un mínimo de entre siete y nueve horas cada día, y, sobre todo, la noche antes de las pruebas de evaluación. ¡No lo dejes todo para el último día!

Diversificar y motivarse

Diversificar los contextos de aprendizaje para conseguir conocimientos más flexibles, que nos resulten más fáciles de transferir a nuevos contextos es una excelente opción. Estudia a partir de ejemplos variados. Busca múltiples ejemplos o explicaciones acerca del concepto o procedimiento que estés estudiando, ya sea en otros libros o webs. 

Si se trata de un procedimiento, practica con múltiples problemas o ejercicios planteados a partir de contextos diferentes. Cuando hayas estudiado varios temas, repasa mezclando preguntas sin facilitar pistas sobre el tema al cual corresponden. 

Ten en cuenta lo siguiente: mientras no sea un entorno lleno de distractores, estudiar en un entorno distinto al habitual no tiene por qué suponer ningún perjuicio.

Cuando nos hacemos conscientes de qué puede incitarnos a perseverar y, sobre todo, a abandonar, estamos mejor preparados para lidiar con ello. Reconsidera a qué atribuyes tus éxitos y fracasos en el proceso de aprendizaje: Tanto si sueles obtener buenas calificaciones como si no.

Enfócate en los aspectos que están en tus manos. Tengamos o no facilidad desde un principio, siempre podemos mejorar y alcanzar niveles de competencia aceptables en cualquier área. 

Aunque una mala calificación inesperada puede resultar incómoda, evita la tendencia a atribuir ello a causas externas e incontrolables (la subjetividad del evaluador, la dificultad de la prueba, etc.). Enfócate en analizar los errores y aprender de ellos.

Aunque los errores y fracasos duelan, es importante que consigas interpretarlos como parte natural del proceso de aprendizaje y no como un signo de tu capacidad. 

Ten paciencia y no abandones ante las primeras dificultades. Dale tiempo a tu cerebro para reconfigurarse mientras lo estimulas con buenas estrategias de aprendizaje. 

Cuando estudiamos de una forma que reduce la probabilidad de que cometamos errores (releyendo, practicando en bloque, etc.), aprendemos menos. Los errores y las dificultades pueden ser deseables para aprender. 

Si sueles obtener buenos resultados y tu autoeficacia es alta, puedes optar por seguir con tus hábitos y estrategias de aprendizaje. Ahora bien, si en algún momento las cosas se complican, recuerda que muchas veces la clave no es simplemente esforzarse más, sino esforzarse mejor (mediante otras estrategias). 

Recuerda aquello que Einstein nunca dijo pero que muchos le atribuyen: “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”. 

Notas finales

Cuando planificamos nuestro estudio, cuando seleccionamos las estrategias de aprendizaje que emplearemos y cuando evaluamos los resultados que obtenemos para tomar medidas que nos permitan fortalecer nuestros puntos flacos, estamos autorregulando nuestro aprendizaje. 

Pero la autorregulación también debe realizarse a nivel emocional, ya sea para mantener a raya los nervios ante un examen o para mantener alta nuestra motivación. Autorregularse consiste en llevar a cabo el tipo de acciones de las que hemos hablado.

Múltiples estudios reflejan que emplear estrategias de estudio efectivas, como la práctica de la evocación espaciada, proporcionan mayor seguridad al estudiante, le permiten regular mejor su ansiedad y reducen la probabilidad de que quede en blanco durante un examen. 

Si acostumbras a procrastinar, deja de hacerlo ahora mismo. Cuando te vayas a dormir, piensa en cosas agradables; pero sobre todo desvía la atención del examen, incluso si sientes la necesidad de seguir repasando mentalmente. Mejor relájate y deja a tu cerebro trabajar. Aunque no seas consciente de ello, estás consolidando lo aprendido. 

Levántate con tiempo para desayunar sin prisas y llegar a clase con margen. Evita las conversaciones sobre los contenidos del examen antes de la prueba. Regula tu respiración para hacerla lenta y profunda antes de empezar la prueba.

Consejo de 12min

En el microlibro basado en “Guía de hábitos inteligentes”, I. C. Robledo te propone realizar pequeños cambios de vida que te volverán más inteligente. Desde reorganizar los muebles de tu casa hasta enseñar a otros para reforzar tus aprendizajes.

Regístrate y lee gratis!

Al registrarse, tú ganarás un pase libre de 7 días gratis para aprovechar todo lo que el 12min tiene para ofrecer.

¿Quién escribió el libro?

Es director de la International Science Teaching Foundation. Biólogo e investigador en los campos de la psicología cognitiva de la memoria y el aprendizaje, ha sido profesor tanto en la educación secundaria como en la universidad. Su carrera científica se ha desarrollado en centros de investigación de Est... (Lea mas)

Aprende más con 12min

6 millones

De usuarios ya transformaron su crecimiento

4,8 estrellas

Media de calificaciones en la AppStore y Google Play

91%

De los usuarios de 12min mejoraron sus hábitos de lectura

Una pequeña inversión para una oportunidad increíble

Crece exponencialmente con acceso a la valiosa información de más de 2500 microlibros de no ficción.

Hoy

Comienza a disfrutar de la amplia biblioteca que 12min tiene para ofrecer.

Día 5

No te preocupes, te enviaremos un recordatorio de que tu prueba gratis está acabando.

Día 7

Fin del período de prueba.

Disfruta de acceso ilimitado durante 7 días. Utiliza nuestra aplicación y sige invirtiendo en tu desarrollo. O solo cancela antes que pasen los 7 días y no te cobraremos nada.

Comienza tu prueba gratuita

Más de 70.000 calificaciones 5 estrellas

Comienza tu prueba gratuita

Lo que los medios dicen sobre nosotros